Consideramos las políticas culturales como el conjunto de valores, marcos teóricos y reflexiones sociológicas y artísticas, que fundamentan el conjunto de unas opciones de los diferentes agentes culturales en un contexto determinado. En la mayoría de estas consideraciones se omite que unas políticas requieren de la definición de unos modelos de gestión como factores determinantes para su ejecución e implementación. En la gestión de políticas culturales, entendidas como este conjunto de intervenciones que realizan los diferentes agentes sociales de un contexto determinado, es preciso incorporar una definición de los modelos de gestión que se disponen y su relación con las funciones y competencias de los diferentes agentes culturales. (Ver capítulo 3.3 «Los agentes de la cultura» de esta aplicación).
Entendemos por modelos de gestión de los agentes culturales las formas de estructuración social para su participación efectiva de acuerdo con diferentes factores, los cuales les permiten actuar como sujetos de intervención en un marco normativo y democrático. Estas formas se configuran sobre una fundamentación de acuerdo con los derechos fundamentales reconocidos y los fines de las políticas culturales, generando unas condiciones para la participación y la apropiación social de la ciudadanía de su vida cultural.
Los modelos de gestión en el sector cultural responden a diferentes variables que podemos observar en esta figura:
Todos estos elementos condicionan la decisión y adopción de diferentes modelos de gestión por parte de los agentes culturales (u otros agentes) para adaptarse a su contexto con eficacia y eficiencia. Por lo tanto la evolución de los modelos de gestión de los agentes culturales es un complejo proceso condicionado por la interacción dinámica y permanente de los elementos que hemos presentado.
Para una primera aproximación hemos de considerar el conjunto de formas jurídicas – normativas que un país pone a disposición de sus actores sociales, influenciado por sus antecedentes históricos y el modelo de Estado que persigue en sus derechos fundamentales. Las políticas culturales, al menos en España, no han originado mucha influencia en el poder legislativo para poner a disposición de los agentes legislaciones especializadas o adecuadas a los fines propios de la cultura contemporánea.
En este escenario los modelos de gestión de los agentes culturales se construyen sobre sus posibilidades reales, pero también a partir de la apropiación de formas jurídicas y organizativas existentes, y a veces poco adecuadas a los modelos de gestión que la cultura requiere. Éstas varían según el ámbito cultural y la realidad del mercado.
Del grado de adecuación al contexto y el aprovechamiento de las oportunidades del marco de referencia se puede apreciar un grado de competitividad de los agentes culturales para asumir una realidad a nivel local, nacional o internacional.
Los modelos de gestión presentan diferentes lecturas que se pueden analizar a partir de los siguientes aspectos:
Una política cultural no puede implementarse sino es a través de unos agentes que se pueden organizar de acuerdo con las posibilidades normativas y legislativas de un país.
En el módulo anterior hemos definido los tres grandes agentes que intervienen en las políticas culturales: administración pública, instituciones sin ánimo de lucro y asociativas, y el sector privado. Cada uno de estos agentes se subdivide en diferentes formas y niveles. Desde una perspectiva general podríamos reflexionar sobre la relación directa entre la tipología de los agentes y los modelos de gestión, de esta manera apuntaríamos que existen:
Pero estas consideraciones no se corresponden del todo con la realidad, ya que en los diferentes agentes pueden existir diferentes modelos de gestión. La evolución de estos modelos y la variedad de posibilidades jurídicas ofrece un campo de desarrollo e innovación de las políticas más amplias y completas.
A nivel general podemos aportar algunas reflexiones en este sentido:
De acuerdo con estas apreciaciones podemos afirmar que al gestor cultural se le reclama una capacidad para combinar estos elementos con coherencia en sus decisiones a la hora de seleccionar y asociar todas estas variables de acuerdo con un nivel de eficacia. Este es uno de los aspectos que el gestor cultural ha de tener en cuenta en el diseño de políticas y en la gestión de un proyecto. Quizás en las especificidades de una política se encuentran las proporciones, creatividad e innovación que se pueda introducir en esta relación y su forma de desarrollarla, aceptando los condicionantes de su contexto y aportando nuevas relaciones en estas variables que inciden notablemente en el resultado del proyecto.
En las aportaciones de algunos autores sobre el protagonismo del Estado, sin desmerecer algunas certezas en sus críticas, se observa un cierto nivel de demagogia sobre si los gobiernos han de abstenerse de intervenir en algunos campos o se ha de dejar la cultura a la lógica del mercado. Los diferentes agentes, con sus modelos de gestión, se necesitan y se encuentran en un tejido interdependiente y condicionante que expresan la complejidad actual. Las políticas culturales públicas de futuro habrán de posicionarse sobre el papel que quieren adquirir en su contexto y asumir las consecuencias de estas posiciones.
Los modelos de gestión en el campo de la cultura pueden ordenarse en diferentes tipos:
Más allá de las decisiones de acuerdo con las posibilidades de estructuración social de modelos de gestión en el sector cultural, es necesario tener en cuenta algunas variables:
Tiempo. Entendido como actividad entre permanente o puntual que requiere una estructuración más estable.
Tamaño volumen. No podemos considerar los modelos de gestión en relación a la dimensión del proyecto en tanto a número de personas, complejidad, presupuesto, etc.
Financiamiento. Procedencia del financiamiento que responde a formas de justificación y transparencia. Combinación de financiación privada y pública. Dependencia directa de las ventas o del público.
Contenidos. Características de la actividad central que incide directamente en la mejor forma de gestión: Por ejemplo la diferencia entre una biblioteca o un archivo histórico con la producción cinematográfica o la edición.
Calidad. Exigencia y estándar establecido en el proyecto de acuerdo con diferentes variables.
Geografía. Características del entorno próximo al proyecto o nivel de dispersión geográfica (proyectos internacionales o redes territoriales).
Esta reflexión nos enfrenta a la necesidad de realizar un proceso de selección de los modelos de gestión a partir de las diferentes variables presentadas así como las más importantes procedentes de la realidad del contexto.
La gestión cultural ha de valorar la influencia que tiene el modelo de gestión seleccionado y saber compensar las desventajas cuando hemos de actuar desde modelos que no están adaptados a los objetivos.
En esta combinación y compensación se encuentra la capacidad del gestor cultural para situarse y tomar decisiones para el buen desarrollo de su proyecto.
Proponemos reflexionar a los gestores culturales sobre diferentes cuestiones como:
¿Cuáles son las características más específicas de cada modelo de gestión? ¿Qué elementos inciden con más importancia? ; Legislación, legitimidad, tradición, etc. ¿En qué ámbitos culturales se desarrollan mejor, o peor, cada agente? ¿En qué se diferencia un modelo de gestión de los otros?
A estas preguntas, que no tienen una respuesta definida, tendremos de contestarlas sin reglas fijas y a partir de unos procesos amplios de libertad e incertidumbre.
El papel de los agentes culturales, los modelos de gestión más adecuados, el sector más idóneo para un agente determinado, las competencias de lo público y lo privado, etc. Estas son las respuestas que la gestión de las políticas culturales ha de dar a su contexto.
Es difícil presentar una bibliografía específica para este contenido ya que no se ha escrito mucho sobre el tema. Se propone el acceso a fuentes de información relativas a:
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